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Pis y cacas

¡¡¡Uff!!! Menudo temita.

Un día, así sin más, mi madre se olvidó de ponerme el pañal. Este fue el principio de un largo calvario que nos enfrenta a los dos. Y lo peor es que Martín y mi padre están de su parte. ¡Los hombres somos lo peor, ya no nos unimos ni para estas cosas!

Bueno, mi madre no me puso el pañal (fallo suyo), y en su lugar me puso unos calzoncillos de mi hermano.¡Menuda herencia! Sin pañal, la sensación de hacerte pis encima es muy rara. Se escurre por las piernas y te moja las zapatillas y los pies. ¡No me gustó! Lo peor no fue eso, lo peor fue que cuando me vio mi madre, me cayó una bronca importante: que si tengo que pedir pis, que si tengo que ser responsable, que si el pis se hace en el váter… Bueno, bueno… se le olvida a ella ponerme el pañal y encima me chilla.

El caso es que mi mamá me limpió y me cambió de pantalones, pero… volvió a olvidarse del pañal y me puso… otro calzoncillo de mi hermano, ¡qué generoso!

Mi madre hizo un llamamiento para que todos estuvieran pendientes de mi pis. ¡Todos preparados, listos, ya! Cada diez minutos había interrogatorio: Yago, ¿te haces pis?; Yago, ¿quieres hacer pis en el árbol?; Yago, ¿te llevo al baño? Cada diez minutos intentaban que yo hiciera pis. ¡Muy, pero que muy pesaditos con el tema! Mi madre movilizó incluso a la gente del teleclub para que estuviera alerta.

De las cacas me dijo poco hasta que sucedió lo que tenía que suceder. ¡Me hice cacas! Sin pañal, y con los calzoncillos heredados de mi hermano, la caca se escurrió por las piernas y manché el pantalón, pero no se dieron cuenta por eso, sino porque empecé a oler mal.

Martín le dijo a mamá que yo olía fatal. Mamá enseguida se dio cuenta de lo que pasaba y vino hecha una energúmena a reñirme. ¡Me estoy empezando a enfadar con mi hermano! Es un acusica que va con el cuento ¡Otra vez bronca con mi madre (ya no era mi mamá, era mi madre)!. Otra vez que si tengo que pedir cacas, que si tengo que ser responsable, que si las cacas se hacen en el váter… que si soy un guarro, un torpe, que doy mucho trabajo… ¡Qué pesada!, ¡qué pesada¡ ¡Mi madre se estaba superando!

Llegó la noche y entonces, por fin, mi madre me puso el pañal. ¡Qué felicidad!

¡Creí que mi madre se había rendido y que yo había ganado la guerra! Pero al día siguiente, la madre de Martín (ya no era ni mi madre) no me puso el pañal y empezó otra vez con el mismo discurso que el día anterior. La madre de Martín aparecía cada diez minutos delante de mí y me ponía a hacer pis.

En el teleclub, el pelotón obedecía órdenes sin rechistar. Nadie se puso de mi parte. La generala Marta (ya no es ni siquiera la madre de Martín) mandaba sobre un ejército numeroso que luchaba contra mi pis. (La verdad es que no lo entiendo muy bien, ellos siempre han estado de mi parte con el tema chuches y pasan de la generala Marta… pero son intransigentes con el tema pis).

3 Comentarios en “Pis y cacas

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