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Tarde de estudio

Nuevamente delante del papel. Otra vez más, y las que me quedan. Si hubiera aprobado en su momento… Saco el estuche, esparzo mis bolis y pienso en lo que me espera: horas y horas delante de leyes, órdenes, decretos, títulos, capítulos, artículos, disposiciones… e indisposiciones, como las que me están entrando ahora mismo. No he empezado y ya tengo que ir al baño.

Me pongo a ello. Me he comprado pinturas de colores para animarme, las cosas nuevas me reviven. Leo la primera frase, la segunda, la tercera… parece que recuerdo cosas; del cajón de la memoria rescato algunas fechas importantes que nunca debería haber abandonado. Mi memoria se come algunas palabras, pero me alienta saber que no todo está olvidado.

Sigo, avanzo hacia el primer párrafo, el segundo, el tercero… Intento recordar, pero algo me dice que este artículo es nuevo. Lo repito una y otra vez mirando al techo, mirando a la ventana, mirando al suelo. Vuelvo a mirar al papel. ¡Hay un grillo andando sobre mi temario! Se pasea tranquilamente y salta de un artículo a otro; me mira, e incluso me canta: ‘cri,cri,cri’. En el silencio de la biblioteca, el canto de un grillo resuena como si alguien estuviera tirando petardos. Le hago un gesto con el dedo para que se calle.

Alguien estornuda a mi lado, el grillo se asusta y se va. Solo queda la mancha negra en mis apuntes; al boli se le fue la tinta y me dejó un manchurrón al que, otra tarde de biblioteca, le pinté unas líneas a modo de antenas. Me pregunto si tienen antenas los grillos. Lo pienso y me surge otra duda:

– ¿Son negros los grillos o son de color café? ¿Tienen alas? Tendría que mirarlo, pero no tengo tiempo.

Ahora recuerdo que cuando era pequeña tuve un grillo al que metí en una grillera verde y blanca. Lo cacé en la era, llenando su hura de agua. Me costó un ratillo. La primera noche que pasó con nosotros consiguió su libertad porque mi padre no era aficionado a su música.

Vuelvo a ver la mancha y me olvido del grillo. Me desespero porque no avanzo al ritmo que quisiera.

Decido cambiar de asignatura. Paso de la Constitución a la Ley de Procedimiento Administrativo de las Administraciones Públicas. Busco el artículo 35. Curiosamente ‘Artículo 35: Motivación’. Me río yo sola. ¡Motivación! Eso es lo que me falta y por eso veo grillos.

Tengo que avanzar; leer-releer, leer-retener, concentración. Vuelvo a intentarlo. Miro el reloj. Parece que las agujas hayan echado una carrera para ver quién llega antes a la meta. ¡Qué tarde! Me falta tiempo.

En el siguiente artículo también me veo reflejada; ‘artículo 36: forma’… La forma que se me está poniendo pasando todas las tardes sentada en esta biblioteca. Lo de hincar los codos está consiguiendo que me aumente el pandero. Estudiar será muy bueno para prevenir el alzheimer pero estoy engordando progresivamente. Tendría que irme más con la bici…

Justo cuando empiezo a leer el artículo 40 dedicado a la notificación aparece el mismo señor de siempre a notificarme con su frase favorita: ‘Vayan recogiendo, vamos a cerrar’. Yo, cuando apruebe, quiero que me den un puesto como el de este señor.

Pues nada, un día más estudiando la oposición.

7 Comentarios en “Tarde de estudio

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