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Cuento de Navidad

Soy enfermera. Estoy acostumbrada a tratar con pacientes. No siempre están de buen humor, no siempre pueden. Tienen problemas que se reflejan en sus ojos y en sus caras. Los visito en sus casas e intento ayudarles.

Pero cierto día, un día cualquiera, fui a casa de un paciente. Me recibió su mujer; mi paciente no hubiera podido abrirme la puerta.

– Entra, Virginia, ven a la habitación. Has llegado a tiempo.

Pensé que mi paciente había empeorado y estaba en la cama, pero descubrí que lo que había en la cama era un precioso ramo de rosas rojas y una caja enorme envuelta en papel de regalo.

– Mira lo que acabo de encontrar. Adolfo me ha dicho que había tirado el vaso de agua de la mesita y que había que ir a recogerlo. Cuando he venido he visto todo esto. Estoy asombrada.

Había un ramo precioso: doce hermosas rosas rojas. Al lado, una enorme caja envuelta en papel brillante, incluso diría que deslumbrante. Pensé en cómo Adolfo había podido colocar todo sobre la cama.

-Ayúdame Virginia, voy a abrir la caja.

Elvira abrió la caja. Mis ojos, como los de ella, se llenaron primero de sorpresa y luego de curiosidad. La caja grande contenía varios paquetes y algunas cajas más pequeñas. Elvira cogió una caja más pequeña y la abrió. Eran unos zapatos que ella había estado ojeando días antes, eran los zapatos que ella se hubiese comprado, pero los descartó por considerarlos caros. Se los puso de inmediato y sonrió cuando descubrió que le quedaban perfectos. Eran de su número.

Cogió después un paquete, rompió el papel en vez de desenvolverlo, su impaciencia le empujaba a querer verlo todo ya. Apareció ante sus ojos la chaqueta que una y otra vez se había probado delante de un espejo de un gran centro comercial y que nunca se decidió a comprar. Se probó nuevamente la chaqueta y se sintió como una reina, lo noté en su manera de mirarse al espejo.

Abrió otra caja y apareció un pequeño colgante. Perfecto en tamaño y forma. Aquel colgante, según me dijo, no se lo había probado antes, pero comentó que sin duda era de su estilo.

– Virginia, ayúdame a ponérmelo.

Yo, hasta entonces había observado la escena, pero no me había sentido solamente espectadora. Mis ojos, como los de Elvira, reflejaban emoción. Acostumbrada como estaba a otras escenas muy diferentes, aquella estaba empezando a tocarme el corazón.

Noté que Adolfo se había acercado lentamente y nos observaba con una sonrisa que reflejaba felicidad. Percibí que a Adolfo le hubiera gustado mucho poner él mismo el colgante en el cuello de Elvira, pero también me di cuenta de que aceptaba y agradecía que yo estuviese allí para que Elvira pudiera probárselo.

Fue entonces cuando descubrí el complot. Me di cuenta de que habían observado, vigilado y espiado a Elvira. Durante un tiempo todos los que habían estado a su lado habían agudizado sus sentidos para saber lo que le gustaba, lo que quería o lo que necesitaba. Y confirmé, por su cara, que alguien había maquinado y coordinado todo aquello para que fuese posible desde su imposibilidad.

Elvira abrió otro paquete. Era el más grande. Enseguida descubrió que no era la primera vez que veía aquella falda y aquella blusa. Después de la falda, apareció también un bolso y un lienzo con fotos de ellos dos con diferentes edades.

En ese momento, yo ya había perdido todo mi control y lloraba y reía como si aquellos regalos también fuesen míos. Aquella alegría se me había contagiado, y disfrutaba de aquel momento como si todo aquello me estuviera sucediendo también a mí.

El final de aquella escena llegó cuando Adolfo le dijo a Elvira que pegada a la caja había una tarjeta que no había visto. Elvira la vio y la leyó. Yo no me acerqué, pensé que sería demasiado personal, pero ella me la enseñó.

Entonces sí, entonces vi la felicidad, estoy segura. Se esconde detrás de una mirada, detrás de un beso.

Os reproduzco aquí el contenido de la postal.

tarjeta

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N.A. Voy aprovechar no a deciros gracias sino a daros las gracias a todos los que me visitáis. Gracias por estar ahí y animarme a seguir escribiendo.

¡¡¡ Feliz Navidad !!! Sed felices.

4 Comentarios en “Cuento de Navidad

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